domingo, 23 de mayo de 2010

Andar...


Un mirada vasto para entender el brillo de sus ojos,
unas tantas palabras, fueron las encargadas de hacer latir aquel corazón casi sin ilusiones...
Su mirada, su calor en pocas palabras
su ser interior, que transciende la armonía del mundo de hoy.
Amor sintió aquella joven que tenia miedo al creer,
al sentirse vulnerable, indefensa, ante la mirada de un hombre,
que no era conocido sino un ser que venia de lo inesperado...
Cuantas sonrisa sinceras salen del rostro de aquella mujer,
al sentir su otra parte tan cerca de su ser.
Que tal ves no tenia nada especial aquel hombre, pero su mirada consternada
hablaba por si sola de su alma blanca e inspira...
Como no creer en ese amor que tenia fuerza, que tenia fe y esperanza,
que tenia todo lo que una mujer esperaría ...
Corazón que late, por un amor que lo hace libre,
mas fuerte y lo llena de fuerza interior...
Como no creer en ese amor sublime pero intenso,
Apasionado pero lleno de ternura,
Lejano, pero existiendo una cercanía única,
Fugaz que podrá llegar a lo eterno,
Inesperado pero con un ansia de amar...
Como no creer en este amor puro,
sin explicación pero lleno de calor...
Aquella mujer se siente única al sentir la presencia de su amado
a quien espero y espero y sin darse un día cualquiera llego,
como una estrella que brilla en la inmensidad del espacio,
aquel hombre llego a su andar e hizo de su vida un lugar
lleno de distintas experiencias por alcanzar...
Almas inesperadas, llegan sin avisar,
pero son estás las que marcan el camino
de jóvenes que comienzan a amar,
teniendo ilusiones y tantos sueños por realizar...

Para ti amor gracias por marcar mi vida por ser como eres por darle un nuevo sentido al amar por hacer de mi una mejor persona te amo mucho mucho

viernes, 21 de mayo de 2010


SONATINA Rubén Darío


La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».